Haces ejercicio, llevas una alimentación saludable, te esfuerzas por mantener un estilo de vida equilibrado… pero al final del día, esa molesta sensación de hinchazón abdominal no desaparece. ¿Te suena familiar?
La hinchazón persistente no siempre es sinónimo de “comer mal”. Muchas personas con una dieta aparentemente correcta y un buen nivel de actividad física siguen sintiendo pesadez, gases o distensión abdominal. Entonces, ¿por qué ocurre esto y qué puedes hacer al respecto?
¿Tu alimentación es saludable o solo lo parece?
Cuando aparece la hinchazón, solemos pensar en el gluten, la lactosa o alguna intolerancia alimentaria. Pero muchas veces, la clave está en revisar qué entendemos realmente por “comer sano”.
En consultas de nutrición clínica es habitual encontrar personas que creen estar comiendo bien, pero que consumen a diario productos ultra procesados «saludables», snacks llenos de edulcorantes o alimentos con aditivos que alteran la digestión.
Un proceso de educación nutricional personalizado puede ayudarte a identificar estos errores ocultos y rediseñar tu plan de alimentación para que sea realmente efectivo.
El exceso de fibra también hincha
La fibra es esencial para una buena salud digestiva, pero no siempre más es mejor. Un aumento brusco o una combinación inadecuada de fibras solubles e insolubles puede generar gases, distensión e incomodidad. Además, si no se acompaña de una buena hidratación o movimiento físico, puede empeorar los síntomas.
Aquí es clave contar con asesoramiento nutricional para elegir el tipo y la cantidad de fibra adecuada a tu contexto. Aprender esto forma parte de una estrategia de nutrición clínica personalizada.
El estrés también se digiere
El eje intestino-cerebro es una realidad científica. El estrés crónico afecta directamente al sistema digestivo: ralentiza el vaciado gástrico, altera la microbiota intestinal y empeora la inflamación. Puedes seguir una dieta balanceada y aún así sentirte hinchada si no gestionas adecuadamente el estrés.
Un enfoque integral que contemple alimentación saludable, descanso, ejercicio y gestión emocional es clave para alcanzar una verdadera salud alimentaria.
Hormonas y retención de líquidos
En las mujeres, es común que durante la fase lútea del ciclo menstrual se experimente retención de líquidos e hinchazón, aunque la alimentación no haya cambiado.
Esto no significa que estés ganando peso ni que debes hacer dietas restrictivas. Lo que sí necesitas es adaptar tu alimentación a las distintas fases del ciclo, con estrategias específicas que respeten tu biología.
En Ciudad Real puedes encontrar acompañamiento nutricional que sincronice tu dieta con tu ciclo hormonal, algo que marca una gran diferencia en el bienestar femenino.
¿Y si hay una sensibilidad alimentaria?
A veces, ciertos alimentos como los lácteos, legumbres, crucíferas, gluten o incluso edulcorantes pueden estar detrás de la hinchazón. Pero eliminar alimentos por tu cuenta no es la solución
Lo ideal es un análisis guiado por un profesional de nutrición clínica, que valore tu caso, estudie tu microbiota y diseñe una estrategia sin caer en restricciones innecesarias ni modas pasajeras.
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