Sensación de ardor en el pecho después de comer, regusto ácido, digestiones pesadas… Si esto te resulta familiar, puede que estés experimentando reflujo gastroesofágico, una condición digestiva muy común que muchas veces se normaliza, pero que puede afectar tu calidad de vida. La buena noticia es que, con pequeños cambios en la alimentación y el estilo de vida, los síntomas pueden mejorar considerablemente. Aquí te contamos qué es, cómo se manifiesta y qué puedes hacer desde la nutrición clínica para aliviarlo.
¿Qué es el reflujo gastroesofágico?
El reflujo gastroesofágico (ERGE) sucede cuando parte del contenido del estómago (alimentos y ácidos) regresa hacia el esófago por un mal cierre del esfínter esofágico inferior. Esto provoca que el ácido gástrico irrite la mucosa esofágica y genere síntomas molestos.
Síntomas más frecuentes
Los síntomas pueden variar, pero entre los más comunes están:
- Ardor o quemazón en el pecho (pirosis)
- Regurgitación ácida
- Dolor de garganta o ronquera
- Sensación de nudo en la garganta
- Tos seca persistente
- Náuseas después de comer
- Sensación de saciedad precoz o hinchazón
Si los síntomas se repiten más de dos veces por semana, es recomendable acudir a un profesional para valorarlo.
Causas y factores que lo empeoran
Entre los factores que pueden agravar el reflujo gastroesofágico se incluyen:
- Comidas copiosas o muy grasas
- Acostarse inmediatamente después de comer
- Consumo excesivo de café, alcohol o tabaco
- Sobrepeso u obesidad
- Embarazo (por la presión abdominal)
- Estrés o ansiedad
En este punto, la alimentación y los hábitos tienen un rol clave para reducir los síntomas y prevenir complicaciones.
Alimentación para aliviar el reflujo
Algunas pautas sencillas pueden reducir notablemente las molestias:
❌ Reduce o evita: alimentos fritos, embutidos, bollería, café, alcohol, bebidas carbonatadas, chocolate, tomate frito, especias picantes, menta, cítricos y vinagre.
✅ Prioriza: verduras cocidas o al vapor, frutas suaves como plátano, pera o manzana, proteínas magras como pescado blanco, pollo o tofu, cereales integrales y bebidas suaves como manzanilla o jengibre.
Hábitos que mejoran los síntomas
Además de la alimentación, es importante:
- Comer despacio y masticar bien.
- Realizar comidas más pequeñas y repartidas a lo largo del día.
- Esperar al menos 2 horas antes de acostarse.
- Elevar la cabecera de la cama si hay reflujo nocturno.
- Mantener un peso saludable y evitar ropa ajustada en el abdomen.
La importancia del acompañamiento nutricional
El reflujo gastroesofágico no se resuelve con una “dieta tipo”, sino con un plan personalizado que se ajuste a tu historia clínica y estilo de vida. Por eso es clave el acompañamiento nutricional especializado, que te permita mejorar tu salud digestiva sin restricciones innecesarias y con estrategias sostenibles.
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